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AL BOLSAZO

QUE EMOCION.-Como ocurre siempre cuando nos encontramos caminando por el sendero de los recuerdos entre huellas imperecederas, taladra corazones y turba sentidos que dejó la revolución irrepetible, la confusión de sentimientos es incontrolable, y nos desarma…Lo comprobamos una vez mientras presenciábamos en una de las salas de cine en Galerías, la dramática, enternecedora y obviamente estremecedora película elaborada por Gloria Carrión Fonseca a lo largo de cuatro años de apasionado e intenso trabajo. La película, titulada con mucha precisión y sin un gramo de amargura, como debe de ser, “Heredera del viento” superó expectativas…Lo más impresionante fue el silencio, no profundo, sino sobre las pieles de cada quien, algo que cobijó la sala con una solemnidad conmovedora, incluso cuando escuchamos diálogos en pantalla que golpeaban cabezas y arrugaban almas.

GRACIAS GLORIA.-La muchacha nacida en 1980, entre las columnas de humo que no se desvanecían y las esperanzas de un país mejor que comenzaban a crecer, encima de los recuerdos de tantos héroes y mártires, nos entregó a través de una conversación con sus padres, Carlos Carrión e Ivette Fonseca, revolucionarios de la cabeza a los pies, un paquete de aquellos sueños a los que todos trataron de aferrarse durante tanto tiempo, y que finalmente se esfumaron drásticamente, enviando un mensaje para sostenimiento del futuro: tal sueño, no ha caducado, puede ser recuperado, y ella misma asume el reto…Es Gloria mostrándose de cuerpo entero frente al viejo compromiso y levantando su puño en alto para gritarnos que la juventud no ha quemado sus naves como muchos de nosotros creemos. Eso obliga, pese a nuestro envejecimiento, a un agradecimiento.

IRREPARABLES.-Son algunas pérdidas y las cargamos por toda la vida, dice Gloria en uno de los pasajes de la película que nos atrapó a todos por su mensaje y franqueza…Se refería a la pérdida de la infancia, de la adolescencia, de la juventud, de la relación con los padres, incluyendo por supuesto la pérdida de la revolución, algo que hace preguntarse, no solo a las nuevas generaciones, sino a quienes la construyeron con una entrega espartana y una fe en que el amanecer dejaría de ser una tentación ¿Dónde está la revolución? ¿Qué se hizo? ¿Cómo fue posible ese secuestro que la terminó haciéndola desaparecer?...Aquel “hijo mío, mañana todo será distinto”, fue imaginado de una sola manera, restaurando la justicia, los derechos, la institucionalidad, la igualdad de oportunidades, el no más al sometimiento humillante. Todo eso se perdió.

IMPACTANTE.-Después de presentar muertos del sandinismo y de la contra, lágrimas de madres de uno y otro lado, puntos de vista de combatientes colocados en aceras diferentes, y de escuchar a su padre atravesando posiciones de mayúscula responsabilidad desde la Alcaldía, delegado político, miembro de jefaturas en la Juventud, en la Alfabetización, en la defensa de la revolución con uñas, dientes y corazón; de haber conocido mientras se escalofriaba, como su madre sobrevivió a las torturas, y en determinado momento ambos se consideraron muertos antes de encontrarse entre las sombras de una plaza que había celebrado la victoria tan soñada, Gloria le preguntó a su padre ¿Cómo te sentís ahora? Carlos sacudido, lloró, la abrazó con furia, quizás con rabia, y le pidió perdón. Todos sentimos ganas de acompañarlo llorando.

ESO SI.-Fue hermoso y altamente significativo, volver a saborear lo que fue por un buen rato, la pureza revolucionaria, porque si existió, como le dice Ivette “para nosotros la revolución era lo primero, lo segundo y lo tercero, la familia, hijos incluidos, quedaba atrás”…Ese sentimiento, y ese compromiso, que quizás se desvaneció para nunca más volver, lo grafican muy bien los padres de Gloria, quien siempre se ve genuinamente emocionada en las imágenes, mientras saca desde su corazón un grito desgarrador: “nosotros, nacidos después del triunfo, también fuimos protagonistas de esa revolución”, y el cierre de Carlos, es notable: “Hija, esta es la historia de centenares, de miles y miles de familias. La que relatas vos, es la tuya, pero no es única”. Los padres que nunca tuvieron temor por sus hijos en aquellos tiempos de tantos riesgos, lo sienten ahora, frente al futuro borroso.

TIJERETAZOS.-Se abre la semana, y se abren de par en par, las puertas del Grupo Q para que apreciemos la utilidad, durabilidad, líneas tan atractivas, y todo el respaldo técnico y en repuestos que ofrece Nissan, esa gran marca a precios tan favorables…La película “Heredera del viento” sigue siendo presentada diariamente en salas de Galería. Vale la pena verla, tanto para los que estuvieron adentro, como para los de afuera, y sobre todo, esa chavalada que busca agentes motivadores, exigiendo pisar los ladrillos de la realidad…”Nos enceguecimos, fuimos soberbios”, es una de las frases golpeadores que se escuchan, algo que a todos nos consta…”Llegó un momento en que no se podía disentir”, fue otra admisión de culpa, algo que conduce aceleradamente hacia el sometimiento…Gloria logra una narración que capta la atención sin ningún alarde, a ratos soltando sus palabras con cierta timidez, mostrándose siempre a la orilla de la admiración por sus padres. “Tuve la suerte de tener mis héroes en la casa” y pasa rozando ligeramente sentimientos, cuando se refiere al momento de la separación…Su punto final es sencillamente estrujante: “Sin saberlo, yo entregué mi infancia y todos mis sueños a la revolución”. Tuvo tiempo de agregar que las esperanzas siguen latiendo, que se puede construir un país mejor, que esta Nicaragua, Nicaraguita, que tanto se quiere, puede ser verdaderamente libre, como canta Carlos Mejía rechazando el sueño derribado. ¿Qué si voy a ver otra vez la película? Si lo haré.   

 

POR EDGAR TIJERINO M.

 

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